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LA IMPORTANCIA DE QUE LOS PADRES PARTICIPEN ACTIVAMENTE EN LA VIDA MUSICAL DE SUS HIJOS.

Los niños adquieren una gran parte de sus habilidades emocionales e intelectuales al observar e imitar a los mayores. De ahí que padres y educadores seamos un “buen molde” de actuación y ejemplo. El niño imita todo, son verdaderas esponjitas, absorben lo bueno y lo malo. Por eso es tan importante que promovamos nuestras conductas adecuadas, para que el niño imite esas. Ser papá o mamá hace que seamos la mejor versión de nosotros mismos. De nada servirá que le inculquemos palabras, sino están seguidas de claros y buenos ejemplos de actuación, por nuestra parte.

Recuerdo hace años, en la clase de violín iniciación, es decir con niños de 14 meses a 2 años. Teníamos que hacer una ficha para trabajar con la figura blanca, en la que debíamos usar pintura de dedo. Los padres debían participar activamente en esa clase, pues a esas edades no hay mejor ejemplo que un papá o una mamá. Al sacar la pintura de dedo, los padres se pusieron contentos y sus pequeños aunque muchos de ellos no sabían lo que era, también participaron de esa alegría, simplemente porque sus “neuronas espejo” así se lo indicaron. Únicamente un padre al meter el dedo en el bote puso cara de asco y lo acompañó con una frase desagradable. Sólo era meter el dedo índice en un bote de pintura blanca, un poco fresquito para pintar la cabeza de la figura. Automáticamente su hijo se negó a meter el dedo. El padre ya le puso en alerta que aquello era desagradable. El resto de los niños y padres repitieron, pero él sólo se fijó en su padre, su modelo a seguir e imitar. Si nuestro hijo nos ve aprender un instrumento con él, no sólo tendremos un fuerte vínculo durante las clases, sino que sabremos empatizar mejor con él, porque sabremos lo que le cuesta y cuánto le cuesta aprender y conseguir sacar un sonido bonito.
El estudio en casa es una parte importantísima. No podemos pensar que nuestro hijo de 2 o 7 años vaya a sacar el violín por motuo proprio todos los días. Muchos padres me dicen que los primeros días tiene un gran interés por sacarlo y tocan o lo pasea un buen rato. Pero con el tiempo, o quizá a las pocas semanas, ya ni abre el estuche y se niega a tocar en casa. Únicamente lo abren cuando están en clase. Bien, por mucho que en la clase aprendamos jugando y nos divirtamos, no es lógico ni justo pensar que el niño no toca en casa porque no le he transmitido la suficiente motivación para que lo haga. Yo sólo estoy con ellos una vez por semana durante una hora. El trabajo más importante de motivación recae sobre los padres. Yo les doy las herramientas para trabajar en casa, ellos deben ponerla en práctica. Los niños suelen perder el interés por las cosas, pensemos en la ilusión que les hace el día de los Reyes Magos y cuánto dura después ese momento, ¿una semana?. Con el violín pasa lo mismo. Nosotros como padres debemos pensar lo que realmente es importante para nuestro hijo. Ya dijimos que los niños a esa edad se mueven entre sus dos cerebros, el reptiliano y el emocional, por lo que no podemos dejar a su elección en este campo, lo que le gusta o no le gusta, si se lo pasa bien y le divierte, o no. En ocasiones cuando me dicen eso, me siento como un payaso que si no hago reír al niño una vez por semana, no voy a conseguir crear un interés tan grande por la música y el violín que lo acabará abandonando por mi culpa. No creo que esa percepción sea justa para nadie. Los músicos profesionales hemos estudiado mucho mientras otros niños jugaban. Sabemos lo que es el esfuerzo y somos músicos porque hemos estudiado, no porque nuestro único pensamiento sea divertirnos. Al niño sea músico o no debemos inculcarle que tocar un instrumento es divertido, pero también hay que estudiar. Todo tiene un esfuerzo y compensación. El esfuerzo, estudiar; la compensación, sacar un buen sonido y hacer música divertida o placentera. Tenemos que tener muy presente las grandes ventajas que tiene estudiar un instrumento, para el cerebro y la parte emocional de nuestro hijo. La música se estudia, con ella se aprende un hábito. El hábito se adquiere todos los días, no una vez por semana. Los padres deben animar a sus hijos a que cojan el violín. No les pidamos que se pongan a estudiar cuando el hábito no está hecho, es absurdo y el niño no entenderá porqué tiene que hacer eso. Pero si nosotros lo cogemos, lo sacamos, invitamos a nuestro hijo a que le “dé de comer al arco” su resina. Y entre juegos y bromas tocamos y participamos todos los días con él, durante unos minutos. Crearemos en el niño, no solamente el hábito, sino que la experiencia la sentirá grata y querrá volver a repetirla. Enseñar sin forzar.
Como hemos dicho anteriormente, los niños aprenden por sus “neuronas espejo”. Si nosotros nos enfadamos porque algo no nos sale, nuestro hijo aprenderá que enfadarse y frustrarse es lo correcto y normal y así lo imitará. Si cuando sacamos el violín con él, nos ve cansados y sin ganas, ellos reflejarán lo mismo. Ser padre no es fácil, pero la motivación es que pese al cansancio y la falta de ganas de hacer algo, padre e hijo han sabido superar las dificultades juntos, porque ha sabido ser un buen ejemplo y ha sabido darle a su hijo las herramientas necesarias para desarrollar su intelecto y parte emocional con éxito. Estudiar con amenazas y gritos, hace justo lo contrario de lo que queremos obtener. Si de pequeños no aprenden el hábito de estudiar, es muy difícil que de mayores lo hagan. Por eso es importante empezar a tocar el violín a tan temprana edad. Ser muy pacientes, no todos los días estarán receptivos. Vosotros mejor que nadie, sabe cuál es el momento propicio a lo largo del día. Y usar las palabras motivadoras para atraer a vuestro hijo. Se consigue si hay realmente ganas y compromiso.
No critiquemos su trabajo, valoremos su esfuerzo. Si criticamos aprenderá a criticar, si nos enfadamos aprenderá a enfadarse, si gritamos aprenderá a gritar. ¿De verdad queremos crear un niño así? pongamos los medios oportunos. Es agotador, lo sé y somos humanos. Pero si queremos que nuestro hijo desarrolle un estilo de pensar positivo, no le enseñemos con nuestros actos a ser pesimista. Si para ti es importante que tu hijo sea sincero, sé sincero con él y con los demás. Si para ti es importante que coma de todo, empieza tú por comer bien. Ser tu mejor versión de ti mismo, no implica que seas perfecto ante sus ojos. No es malo que te vea reír, llorar, equivocarte y acertar. A veces me equivoco en clase queriendo, para que vean que los mayores, también se equivocan, no se pierde el respeto de un niño por eso. Otras veces me hago la olvidadiza. Es un buen recurso para preguntarles la lección y que se diviertan enseñándome lo que ellos saben. Ese recurso potencia su autoestima. Es cierto que cuando un niño te corrige, es el claro reflejo de como él está acostumbrado a que le corrijan.
Enseñemos a nuestro hijo que es normal sentirse triste en ocasiones, que a nosotros nos pasa, pero que pedimos ayuda. Si nos enfadamos, enseñémosle a hacerlo de una forma adecuada y que ser mayor es tener la herramienta idónea que nos ayuda a desenfadarnos. Tenemos derecho a tener malos momentos, enseñémosle a nuestro hijo cómo afrontarlos con nuestro ejemplo. Eso es mejor que cualquier charla sobre el tema.


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