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EVITAR EL ACOSO O BULLYING (Parte II)

¿Por qué no podemos tener simpatía ni empatía por la persona que acosa?

Debemos diferenciar correctamente la simpatía de la empatía. Hay simpatía cuando coincido en los gustos, formas o acciones de la otra persona.

Hay empatía cuando no se coincide pero se comprende. Te pones en la situación de esa persona, aunque tú no lo harías o lo hubieses hecho de otra manera.

El acosador es un manipulador, carece de empatía. Le da lo mismo lo que tú sientas, sólo quiere autocomplacerse causando una molestia o daño. Quiere que sufras y hacerte sentir mal. Se servirá de otras personas para causar el dolor. Uno de los temas más hirientes para un niño, es no ser admitido en un grupo, sentirse solo y excluído. No hace falta llegar a la agresión física, la psicológica puede incluso hacer más daño y pasa en ocasiones desapercibida. Es más difícil de captar y de demostrar.

Cuando hablamos de psicópatas siempre nos hacemos la idea errónea de que debe ser un adulto. Las psicopatías comienzan desde la infancia. Lo que ocurre es que no es fácil distinguirlos a priori, y sus malas acciones, se tachan de “cosas de niños”. Por regla general no tienen un seguimiento por un especialista a no ser que delinquen. Y en el seno familiar, esas “travesuras” suelen ocultarse o simplemente desconocerse.

El acosador suele ser un buen hijo, un buen hermano, un vecino intachable. Por lo que es muy complicado creer a la víctima y tratarlo de una posible psicopatía. En el caso de comenzar a ser tratado, es muy fácil para este tipo de personas (que no son enfermos, sino que para ellos es un modo de vida)  decir al psiquiatra, lo que desea oír.

No empatizan, pero son muy hábiles para hacer creer que lo hacen. Mienten y manipulan a su conveniencia.

Por tanto, bajo ningún concepto debemos enseñar a nuestro hijo que empatice o se haga amigo del niño que lo acosa. Porque la empatía conecta a las personas y nunca debe haber una conexión entre el acosar y la víctima. Si enseñamos a nuestro hijo a conectar con acosadores, le estaremos enseñando a normalizar amistades peligrosas. La víctima necesita comprender por qué le hacen esto. Simplemente puede ser por envídia, o bien porque el acosador o acosadora quiera algo que la víctima tenga, o simplemente quiere que no sea feliz y no tenga lo que tiene. El acosador elige personas sensibles, porque sabe que el daño que puede causar es mayor.

Nuestro hijo nunca debe empatizar con el agresor, porque la empatía reconoce emociones y no debemos enseñarle a normalizar esas conductas. Debemos poner tierra de por medio ante un acosador. La empatía no juzga al otro, por lo que le estaremos dando rienda suelta al agresor para que manipule y se desquite a gusto.



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